A pesar de estos días tan lluviosos que nos ha dejado el inicio de abril, ya gozamos más a menudo de días soleados con temperaturas más cálidas. ¡¡Ha llegado por fin la primavera!!
La luz hace radiantes los colores, una explosión de colorido nos rodea y todos nos contagiamos de esta energía positiva. Es el momento en que tod@s queremos que luzcan bonitos nuestros balcones y jardines, y llenar la casa de plantas y flores, sinónimos de alegría. Los que sois impacientes preferiréis comprar flores directamente a cultivarlas, pero los más románticos preferimos sembrar con mimo y verlas florecer con nuestros cuidados.
Si sois de los que prefieren sembrar os proponemos una muy buena opción para esta primavera: las plantas bulbosas.
A pesar de que en realidad las plantas bulbosas son únicamente las que tienen bulbo en lugar de raíces, en jardinería se denomina plantas bulbosas también a las plantas que poseen raíces tuberculosas, rizomas o cormos, debido a las grandes similitudes entre estos órganos.
Los bulbos propiamente dichos no son raíces a pesar de estar bajo tierra, sino que son unos tallos subterráneos característicos de ciertas plantas que se han desarrollado de manera distinta, concentrándose en capas por el engrosamiento de la base de las hojas, almacenando de esta manera reservas nutritivas para futuras brotaciones que generarán nuevas plantas.
Tod@s conocéis de sobra estas bonitas plantas: Azucenas, Tulipanes, Gladiolos, Dalias, etc. Existen numerosas y preciosas plantas bulbosas en el mercado. Los conocidos bulbos de primavera, propios de esta estación, son los que plantaremos ahora, y será a lo largo del verano cuando los veremos florecer, aunque algunos se harán más de rogar y mostrarán sus flores a principios de otoño.
Es ideal escoger bulbos en primavera para los jardineros primerizos, pues su cultivo es sencillo, crecen fácilmente y su cuidado no presenta ninguna dificultad; apenas necesitaremos experiencia en la materia y si seguís estos útiles consejos que os proporcionamos, sentiréis que la espera ha valido realmente la pena: ese despliegue cromático en vuestro jardín o esa flor que asoma agradecida.
Al tratarse de plantas muy duraderas, muchas de ellas perennes, sus flores vuelven a aparecer un año tras otro, alegrando nuestra casa o jardín. No hemos de olvidar que es aquí donde reside su belleza, en la vivacidad y atractivo de sus flores. Su adaptación al entorno con cultivos ya existentes es buena, así que también podremos hacer con ellos bonitas composiciones florales.
Para plantar los bulbos debemos preparar adecuadamente el suelo donde los vayamos a colocar. Tendremos en cuenta que la tierra ha de estar suelta, aireada y esponjosa, para que pueda drenar bien y no se encharque. En caso contrario, correríamos el peligro de que nuestros bulbos se pudrieran con el exceso de agua. Así, procuraremos en adelante que la tierra permanezca siempre ligeramente húmeda.
Puede darse el caso de que el nuestro sea un suelo arcilloso. Si es así, hemos de saber que éste es un suelo pesado, y será necesario que lo abonemos con materia orgánica (mantillo, turba, estiércol, etc.) para procurar a nuestros bulbos las condiciones que necesitan para crecer. Serán éstos los nutrientes que los bulbos almacenarán en sus reservas e influirán en su floración. No está de más que, al margen del tipo de suelo, labremos la tierra, con esto, estaremos facilitando que se airee adecuadamente.
Si preferimos plantar los bulbos en maceta, buscaremos una maceta alta, haremos pequeños agujeros en la parte de abajo de la maceta para facilitar el drenaje y dispondremos una capa de piedras o grava. Elegiremos una zona sombreada donde plantar los bulbos en nuestro jardín o donde colocar la maceta, pues no es conveniente que le dé el sol directamente.
Es el momento de plantar los bulbos, y lo haremos con el extremo apuntando hacia arriba y depositando las raíces en el suelo. Para ello, cavaremos hoyos de pequeño tamaño donde los introduciremos. ¿A qué profundidad deberemos hacerlo? Un truco útil y sencillo es calcularla en base al trozo más ancho del bulbo, y la profundidad será aproximadamente el doble.
Para los que habéis escogido hacerlo en maceta, deberéis colocar tierra sobre la capa de piedras o grava, y del mismo modo, procederéis a plantar los bulbos que hayáis adquirido. Terminaréis de llenar con tierra y apretaréis para que el sustrato quede prieto. Recordad que tras esto, simplemente humedeceréis un poco la tierra. Regaremos siempre por la mañana temprano o cuando se vaya el sol, evitando las horas centrales, y procuraremos cuidadosamente no mojar las flores. Una vez éstas se hayan secado o caído seguiremos regando para que la planta siga en buen estado y vaya acumulando las reservas de las que hemos hablado.
Y muy importante, cuando nuestras flores hayan sucumbido al final de la temporada, ¡no podemos olvidarnos de nuestra planta! Seguiremos cuidándola pacientemente y con mucho mimo. Sólo así podremos ser recompensados cuando el próximo verano de nuevo nos regale a cambio sus bellas flores.